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sábado, 21 de outubro de 2017

Luz No Encadenada - "Los Valdenses, Verdaderos Cristianos Ejemplares" - Español / Português

LUZ NO ENCADENADA - "Los Valdenses, Verdaderos Cristianos Ejemplares"
Documentário sobre los Valdenses, que se da como una extensión "en español" del Episódio 1 de la Serie de 4 Episódios (de 28 min) titulada "Luz No Encadenada", un documentário de largo metraje filmado en 11 países donde ocurrió la Reforma Protestante. 
Episódio 1: Sumergiendo en las Tinieblas: enviado dia 16/10
                "Los Valdenses - Verdaderos Cristianos Ejemplares", enviado hoy 21/10
Episódio 2: Encendiendo la Llama - Lanzamiento: 13 de Octubre, a enviar 24/10
Episódio 3: Re-encendiendo la Llama - Lanzamiento: 20 de Octubre, a enviar 27/10
Episódio 4: Pasando la Antorcha - Lanzamiento: 27 de Octubre, a enviar 31/10

Los Valdenses, Verdaderos Cristianos Ejemplares
Los valdenses constituyen un eslabón en la cadena continua de disidentes que surgieron entre la época del emperador Constantino (siglo IV) y los reformadores protestantes del siglo XVI.

Algunos historiadores protestantes opinan que el nombre de valdense, aplicado también a los procedentes del país de Vaud, se deriva de la palabra latina vallis, que significa 'valle', y se refiere al hecho de que aquellos disidentes a quienes se perseguía con persistencia como herejes se vieron obligados a refugiarse en los valles alpinos de Francia e Italia. La verdad parece ser que Valdo y sus seguidores llegaron a ser el punto de reunión para grupos similares de perseguidos por la iglesia católica, algunos de los cuales habían estado en las sombras por largo tiempo.

En este sentido, los mismos Valdenses primitivos (previos a la Reforma Protestante) se consideraban a sí mismos como un remanente fiel de la verdadera Iglesia Cristiana tras la época del Obispo de Roma Silvestre (314-335 d. C.).

En Conclusión los valdenses fueron guardadores del verdadero dia de Reposos Sábado, y guardadores de los 10 mandamientos, también eran muy fieles a la Biblia por lo cual la IGLESIA CATÓLICA ROMANA, los persiguió hasta matarlos, niños, ancianos, bebés, mujeres, etc. En 1209 el Papa Inocencio III, quien se hizo famoso en la historia por haber mandado matar millones de "herejes" en la inquisición, cuyo pecado como "herejes" era el no aceptar ir a las misas ni participar del misticismo de la eucaristía, mandó un ejército a los valles montañosos del norte de Italia para exterminar a los Valdenses, Una vez derrotada una aldea entera de Valdenses el ejército quiso recibir nuevas órdenes del Papa Inocencio III sobre que hacer con los habitantes, a lo que este Papa asesino respondió: "maten a todos, jóvenes, niños adultos, mujeres y ancianos", lo que motivó una masacre de 30.000 Valdenses. 

En otras incursiones de ejércitos enviados por el Vaticano fueron quemados vivos y ahogados con humo en las cavernas donde se escondían en las montañas más de 3000 Valdenses incluyendo niños y mujeres. En otra incursión, más de 1000 Valdenses fueron escoltados hasta el topo de una gran montaña de esos valles desde donde uno por uno fueron empujados para que caigan desde el topo hacia un gran precipicio en donde todos murieron. Debido al odio que despertó al Vaticano los Valdenses por no querer doblegarse al Vaticano y juntarse a la forma de culto católica romana, mas lo que despertaba más odio a los Papas hacia los Valdenses era que ellos eran muy fieles a continuar adorando en el sábado del séptimo día conforme la enseñanza recibida por los apóstoles que evangelizaron esos valles y conforme al 4º mandamiento de Dios, rehusando participar de la adoración en el "venerable día del dios sol" pagano conforme lo estipulaba el Edicto de Constantino de 321 d.C.(clicar aquí), este odio motivó el asesinato en masa de los Valdenses y se calcula en más de 45.000 Valdenses asesinados en el periodo de la Edad Media o oscura..

 Opción en Español: Película Documental "Los Valdenses - Verdaderos Cristianos Ejemplares" :

                Los Valdenses - Verdaderos Cristianos Ejemplares
                      https://www.youtube.com/watch?v=M1eELoWGBco

Opção em Português: Filme Documental "Os Valdenses - A Reforma Protestante":


                                       Os Valdenses - A Reforma Protestante
                                              https://www.youtube.com/watch?  v=ktfEDyXYpIg&index=8&list=PL137F0BA4BFB81495
                                                         (video de 25 min)
Mas entre los que resistieron las intrusiones del poder papal, los valdenses fueron los que más sobresalieron. En el mismo país en donde el papado asentara sus reales fue donde encontraron mayor oposición su falsedad y corrupción. Las iglesias del Piamonte mantuvieron su independencia por algunos siglos, pero al fin llegó el tiempo en que Roma insistió en que se sometieran. Tras larga serie de luchas inútiles, los jefes de estas iglesias reconocieron, aunque de mala gana, la supremacía de aquel poder al que todo el mundo parecía rendir homenaje. Hubo sin embargo algunos que rehusaron sujetarse a la autoridad de papas o prelados. Determinaron mantenerse leales a Dios y conservar la pureza y sencillez de su fe. {CS 62.1}
La fe que por muchos siglos sostuvieron y enseñaron los cristianos valdenses contrastaba notablemente con las doctrinas falsas de Roma. De acuerdo con el sistema verdaderamente cristiano, fundaban su creencia religiosa en la Palabra de Dios escrita. Pero esos humildes campesinos en sus oscuros retiros, alejados del mundo y sujetos a penosísimo trabajo diario entre sus rebaños y viñedos, no habían llegado de por sí al conocimiento de la verdad que se oponía a los dogmas y herejías de la iglesia apóstata. Su fe no era una fe nueva. Su creencia en materia de religión la habían heredado de sus padres. Luchaban en pro de la fe de la iglesia apostólica, “la fe que ha sido una vez dada a los santos”. Judas 3. “La iglesia del desierto”, y no la soberbia jerarquía que ocupaba el trono de la gran capital, era la verdadera iglesia de Cristo, la depositaria de los tesoros de verdad que Dios confiara a su pueblo para que los diera al mundo. {CS 62.2}
"Y la mujer (iglesia pura de Apoc 12) huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado de Dios, para que allí la mantengan mil doscientos y sesenta 'días' ('años' cf. Núm 14: 34, principio día-año en profecía)Apocalipsis 12:6
Entre las causas principales que motivaron la separación entre la verdadera iglesia y Roma, se contaba el odio de esta hacia el sábado bíblico. Como se había predicho en la profecía, "el poder papal echó por tierra la verdad" (Dn 8: 12). La ley de Dios fue pisoteada (Dn 7: 25) mientras que las tradiciones y las costumbres de los hombres eran ensalzadas. Se obligó a las iglesias que estaban bajo el gobierno del papado a honrar el domingo como día santo. Entre los errores y la superstición que prevalecían, muchos de los verdaderos hijos de Dios se encontraban tan confundidos, que a la vez que observaban el sábado se abstenían de trabajar el domingo. Mas esto no satisfacía a los jefes papales. No solo exigían que se santificara el domingo sino que se profanara el sábado; y acusaban en los términos más violentos a los que se atrevían a honrarlo. Solo huyendo del poder de Roma era posible obedecer en paz a la ley de Dios. {CS 62.3}
Los Valdenses se contaron entre los primeros de todos los pueblos de Europa que poseyeron una traducción de las Santas Escrituras. Centenares de años antes de la Reforma tenían ya la Biblia manuscrita en su propio idioma. Tenían pues la verdad sin adulteración y esto los hizo objeto especial del odio y de la persecución. Declaraban que la iglesia de Roma era la Babilonia apóstata del Apocalipsis, y con peligro de sus vidas se oponían a su influencia y principios corruptores. Aunque bajo la presión de una larga persecución, algunos sacrificaron su fe e hicieron poco a poco concesiones en sus principios distintivos, otros se aferraron a la verdad. Durante siglos de oscuridad y apostasía, hubo valdenses que negaron la supremacía de Roma, que rechazaron como idolátrico el culto a las imágenes y que guardaron el verdadero día de reposo. Conservaron su fe en medio de las más violenta y tempestuosa oposición. Aunque degollados por la espada de Saboya y quemados en la hoguera romanista, defendieron con firmeza la Palabra de Dios y su honor. {CS 63.1} El Conflicto de los Siglos, E.G. White, año 1888.
Tras los elevados baluartes de sus montañas, refugio de los perseguidos y oprimidos en todas las edades, hallaron los valdenses seguro escondite. Allí se mantuvo encendida la luz de la verdad en medio de la oscuridad de la Edad Media. Allí los testigos de la verdad conservaron por mil años la antigua fe{CS 63.2} Ellen G. White, año 1888.
Pura, sencilla y ferviente fue la piedad de estos discípulos de Cristo.Trataban ansiosamente de inculcar estos principios en los corazones de los jóvenes. Desde su más tierna edad, estos recibían instrucción en las Sagradas Escrituras y se les enseñaba a considerar sagrados los requerimientos de la ley de Dios. Los ejemplares de la Biblia eran raros; por eso se aprendían de memoria sus preciosas palabras. Muchos podían recitar grandes porciones del Antiguo Testamento y del Nuevo. {CS 64.2} 
En su pureza y sencillez, las iglesias valdenses se asemejaban a la iglesia de los tiempos apostólicos. Rechazaban la supremacía de papas y prelados, y consideraban la Biblia como única autoridad suprema e infalible. En contraste con el modo de ser de los orgullosos sacerdotes de Roma, sus pastores seguían el ejemplo de su Maestro que “no vino para ser servido, sino para servir”. Apacentaban el rebaño del Señor conduciéndolo por verdes pastos y a las fuentes de agua de vida de su santa Palabra. Alejado de los monumentos, de la pompa y de la vanidad de los hombres, el pueblo se reunía, no en soberbios templos ni en suntuosas catedrales, sino a la sombra de los montes, en los valles de los Alpes, o en tiempo de peligro en sitios peñascosos semejantes a fortalezas, para escuchar las palabras de verdad de labios de los siervos de Cristo.{CS 65.2}
Trabajando con paciencia y tenacidad en profundas y oscuras cavernas de la tierra, alumbrándose con antorchas, copiaban las Sagradas Escrituras, versículo por versículo, y capítulo por capítulo. Así proseguía la obra y la Palabra revelada de Dios brillaba como oro puro; pero solo los que se empeñaban en esa obra podían discernir cuánto más pura, radiante y bella era aquella luz por efecto de las grandes pruebas que sufrían ellos. Ángeles del cielo rodeaban a tan fieles servidores{CS 66.1}
Satanás había incitado a los sacerdotes del papa a que sepultaran la Palabra de verdad bajo los escombros del error, la herejía y la superstición; pero ella conservó de un modo maravilloso su pureza a través de todas las edades tenebrosas. No llevaba la marca del hombre sino el sello de Dios. Incansables han sido los esfuerzos del hombre para oscurecer la sencillez y claridad de las Santas Escrituras y para hacerles contradecir su propio testimonio, pero a semejanza del arca que flotó sobre las olas agitadas y profundas, la Palabra de Dios cruza ilesa las tempestades que amenazan destruirla. Como las minas tienen ricas vetas de oro y plata ocultas bajo la superficie de la tierra, de manera que todo el que quiere hallar el precioso depósito debe forzosamente cavar para encontrarlo, así también contienen las Sagradas Escrituras tesoros de verdad que solo se revelan a quien los busca con sinceridad, humildad y abnegación. Dios se había propuesto que la Biblia fuese un libro de instrucción para toda la humanidad en la niñez, en la juventud y en la edad adulta, y que fuese estudiada en todo tiempo. Dio su Palabra a los hombres como una revelación de sí mismo. Cada verdad que vamos descubriendo es una nueva revelación del carácter de su Autor. El estudio de las Sagradas Escrituras es el medio divinamente instituido para poner a los hombres en comunión más estrecha con su Creador y para darles a conocer más claramente su voluntad. Es el medio de comunicación entre Dios y el hombre. {CS 66.2}
El espíritu de Cristo es un espíritu misionero. El primer impulso del corazón regenerado es el de traer a otros también al Salvador. Tal era el espíritu de los cristianos valdenses. Comprendían que Dios no requería de ellos tan solo que conservaran la verdad en su pureza en sus propias iglesias, sino que hicieran honor a la solemne responsabilidad de hacer que su luz iluminara a los que estaban en tinieblas. Los ministros valdenses eran educados como misioneros, y a todos los que pensaban dedicarse al ministerio se les exigía primero que adquiriesen experiencia como evangelistas. Todos debían servir tres años en alguna tierra de misión antes de encargarse de alguna iglesia en la suya. Este servicio, que desde el principio requería abnegación y sacrificio, era una preparación adecuada para la vida que los pastores llevaban en aquellos tiempos de prueba. Los jóvenes que eran ordenados para el sagrado ministerio no veían en perspectiva ni riquezas ni gloria terrenales, sino una vida de trabajo y peligro y quizás el martirio. Los misioneros salían de dos en dos como Jesús se lo mandara a sus discípulos. Casi siempre se asociaba a un joven con un hombre de edad madura y de experiencia, que le servía de guía y de compañero y que se hacía responsable de su educación, exigiéndose del joven que fuera sumiso a la enseñanza. No andaban siempre juntos, pero con frecuencia se reunían para orar y conferenciar, y de este modo se fortalecían uno a otro en la fe. {CS 67.3}
Veían que muchos, guiados por el papa y los sacerdotes, se esforzaban en vano por obtener el perdón mediante las mortificaciones que imponían a sus cuerpos por el pecado de sus almas. Como se les enseñaba a confiar en sus buenas obras para obtener la salvación, se fijaban siempre en sí mismos, pensando continuamente en lo pecaminoso de su condición, viéndose expuestos a la ira de Dios, afligiendo su cuerpo y su alma sin encontrar alivio. Así es como las doctrinas de Roma tenían sujetas a las almas concienzudas. Millares abandonaban amigos y parientes y se pasaban la vida en las celdas de un convento. Trataban en vano de hallar paz para sus conciencias con repetidos ayunos y crueles azotes y vigilias, postrados por largas horas sobre las losas frías y húmedas de sus tristes habitaciones, con largas peregrinaciones, con sacrificios humillantes y con horribles torturas. Agobiados por el sentido del pecado y perseguidos por el temor de la ira vengadora de Dios, muchos se sometían a padecimientos hasta que la naturaleza exhausta concluía por sucumbir y bajaban al sepulcro sin un rayo de luz o de esperanza. {CS 69.2}
Los valdenses ansiaban compartir el pan de vida con estas almas hambrientas, presentarles los mensajes de paz contenidos en las promesas de Dios y enseñarles a Cristo como su única esperanza de salvación. Tenían por falsa la doctrina de que las buenas obras pueden expiar la transgresión de la ley de Dios. La confianza que se deposita en el mérito humano hace perder de vista el amor infinito de Cristo. Jesús murió en sacrificio por el hombre porque la raza caída no tiene en sí misma nada que pueda hacer valer ante Dios. Los méritos de un Salvador crucificado y resucitado son el fundamento de la fe del cristiano. El alma depende de Cristo de una manera tan real, y su unión con él debe ser tan estrecha como la de un miembro con el cuerpo o como la de un pámpano con la vid. {CS 69.3}
Las enseñanzas de los papas y de los sacerdotes habían inducido a los hombres a considerar el carácter de Dios, y aun el de Cristo, como austero, tétrico y antipático. Se representaba al Salvador tan desprovisto de toda simpatía hacia los hombres caídos, que era necesario invocar la mediación de los sacerdotes y de los santos{CS 70.1}
La misma existencia de estos creyentes que guardaban la fe de la primitiva iglesia era un testimonio constante contra la apostasía de Roma, y por lo tanto despertaba el odio y la persecución más implacables. Era además una ofensa que Roma no podía tolerar el que se negasen a entregar las Sagradas Escrituras. Determinó raerlos de la superficie de la tierra. Entonces empezaron las más terribles cruzadas contra el pueblo de Dios en sus hogares de las montañas. Lanzáronse inquisidores sobre sus huellas, y la escena del inocente Abel cayendo ante el asesino Caín repitióse con frecuencia. {CS 72.3}
Una y otra vez fueron asolados sus feraces campos, destruidas sus habitaciones y sus capillas, de modo que de lo que había sido campos florecientes y hogares de cristianos sencillos y hacendosos no quedaba más que un desierto. Como la fiera que se enfurece más y más al probar la sangre, así se enardecía la saña de los siervos del papa con los sufrimientos de sus víctimas. A muchos de estos testigos de la fe pura se les perseguía por las montañas y se les cazaba por los valles donde estaban escondidos, entre bosques espesos y cumbres roqueñas{CS 72.4}
Ningún cargo se le podía hacer al carácter moral de esta gente proscrita. Sus mismos enemigos la tenían por gente pacífica, sosegada y piadosa. Su gran crimen consistía en que no querían adorar a Dios conforme a la voluntad del papa. Y por este crimen se les infligía todos los ultrajes, humillaciones y torturas que los hombres o los demonios podían inventar{CS 73.1}
Una vez que Roma resolvió exterminar la secta odiada, el papa expidió una bula en que condenaba a sus miembros como herejes y los entregaba a la matanza. Por lo tanto el papa ordenó que si “la maligna y abominable secta de malvados”, rehusaba abjurar, “fuese aplastada como serpiente venenosa” (Wylie, lib. 16, cap. 1). “En cuanto lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis hermanos—dijo Jesús—, a mí lo hicisteis”Mateo 25:40 (VM){CS 73.2}
Las persecuciones que por muchos siglos cayeron sobre esta gente temerosa de Dios fueron soportadas por ella con una paciencia y constancia que honraban a su Redentor. No obstante las cruzadas lanzadas contra ellos y la inhumana matanza a que fueron entregados, siguieron enviando a sus misioneros a diseminar la preciosa verdad. Se los buscaba para darles muerte; y con todo, su sangre regó la semilla sembrada, que no dejó de dar fruto. De esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del nacimiento de Lutero. Esparcidos por muchas tierras, arrojaron la semilla de la Reforma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en días de Lutero, para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante el esfuerzo de todos cuantos estén listos para sufrirlo todo “a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús”. Apocalipsis 1:9 (VM). {CS 74.1}

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