HORRORES DE LA INQUISICIÓN (PARTE I) – Son pocas las personas, hoy, que tienen exacto conocimiento de lo que fue la institución conocida como la Santa Inquisición, que funcionó en muchos países católicos y respectivas colonias del siglo 12 al siglo 18. Sus métodos eran fundamentalmente idénticos en toda parte: en Brasil, en la isla de la Madera, en la lejana Goa situada en la costa de la India, en España, en Portugal, en los Países Bajos, en las Filipinas, en México, en el Vice-Reino del Pavo en Nápoles, en la Sícília. La Inquisição, en Portugal y en España, constituye un caso aparte en la historia y esa particularidad resulta del tipo de reos que procesaron – los cristianos nuevos ó marranos, o sea, los judíos convertidos – y también de las relaciones entre el poder estatal y el poder inquisitorial, que estuvieron siempre sintonizados en la península Ibérica.. La Inquisição fue, en todos los sentidos, un instrumento del poder monárquico absoluto y permaneció siempre sujeta a la corona, sin que eso la tornase un tribunal secular, porque todo y cualquier acto precisaba ser autorizado por Roma.
La fatídica noche francesa de Son Bartolomé, de 24 de agosto de 1572, tiene una diabólica historia de sangre a contar al mundo. Sus protagonistas, el papa Gregório XIII, el mediocre rey Carlos IX, la infame y fanática Catarina de Medicis, el impostor duque de Guise y el orgulloso clero papal, en nombre de la religión de Cristo para no decir de Roma. A la señal convencional y fatal de la campana, en las grandes ciudades de Francia, tigres feroces y hambrientos se precipitaron sobre sus víctimas indefensas, genuínos cristianos, llamados santos en las profecías de Dios. Es imposible describir el crimen papal de aquella trágica noche que cubrió de luto a Francia entera. El país fue bañado en sangre inocente. Coligny, el bravo almirante cristiano, jefe de los Huguenotes franceses, fue muerto en su aposento y su cuerpo fue arrojado por la ventana sobre las lanzas de la soldadesca de abajo. La terrible carnicería duró tres días y tres noches y los muertos alcanzaron la cifra de decenas de miles en toda la malfadada y engañada Francia. Este acontecimiento constituyó uno de los mayores y más abominables crímenes de la Historia, cuyos protagonistas pagarán caro un día al rendir sus cuentas con Dios en el tribunal del juízo divino.
(PARTE II): La noche sangrienta de Son Bartolomé fue una victoria siniestra del papado, cuyo representante entonces, Gregório XIII, derramó lágrimas de júbilo y triunfó como principal responsable por la monstruosa matanza. Hizo cantar un “Te Deum”, y, para perpetuar el fúnebre “acto de fe”, ordenó acuñar una medalla que por cierto debe estar aún en el museo de Vaticano. De un lado aparece su busto con la siguiente inscripción: “Gregorius, XIII. Pont. Max. An I”. Del otro lado se lee: “Gvonottorvm Strages 1572” (Los Hugonotes, Henrique Fliedner, pág. 26; El Conflicto de los Siglos, pág. 272).
Aquí está una especie de cristianismo y un clero que entona a Dios un cântico de acción de gracias por haber bañado un país en sangre por la fría matanza de miles de miles de Sus fieles, hijos inocentes! Se calcula que, durante todo el periodo (1.260 años, desde 538 hasta 1798 d.C. cuando Francia le infringe su
herida mortal a este poder arrestando al Papa Pio VI quien muere en el
exilio, retirando luego Napoleón al papado su poder político con lo que
sobrevive hasta ahora apenas con su poder eclesiástico), 1.260 años de supremacía de la potencia político-eclesiástica en cuestión, fueron trucidados, como herejes, más de 50 millones de cristianos fieles, cuya sangre clama por venganza hasta el día del juício (Apocalipse 6:9 y 10).
No es sin razón que el apóstol Juan quedó grandemente maravillado cuando, en visión, le fue mostrada la actividad perseguidora de ese poder. “Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas", relata el apóstol, “y habló conmigo diciendo: Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera, que está asentada sobre muchas 'aguas' ('multitudes, pueblos, naciones, tribus y lenguas'.cf. Ap. 17:15)... la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y adornada con oro, y piedras preciosas y perlas; y tenía en su mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundícia de su fornicación” (Apocalipsis 17:1, 4 RV). En la Bíblia, una mujer casta representa la Iglesia verdadera y fiel a Cristo (2 Coríntios 11:2; Efésios 5:22-32), mientras que una iglesia apostatada tiene por símbolo una prostituta (Ezequiel cap. 16). Lo que el apóstol Juan vio fue una mujer depravada que muy adecuadamente, simboliza la autoridad político-religiosa de que estamos hablando. “Y en su frente” continúa la descripción del apóstol, “estaba escrito el nombre: Misterio, Babilonia, la madre de las prostitutas y abominaciones de la Tierra. Y vi que la mujer (iglesia) estaba embriagada de la sangre de los santos y de la sangre de las testimonios de Jesus. Y, viéndola, me maravillé con gran admiración” (Apocalipsis 17:5 y 6). “Por la Palabra de Dios y por el Testimonio de Jesus”, esos bravos cristianos no desistían ante el peligro de muerte. Año tras año, miles de fieles porta-estandartes de la verdad regaban con su sangre el testimonio que habían dado durante su vida, en que, por palabras y actos, habían reflejado el carácter de Cristo.
Durante la Inquisição, gran número de los verdaderos discípulos de Cristo fueron muertos, en Francia, con horribles torturas. Eran proscritos, acosados como animales salvajes, y sus cabezas puestas a precio.
PRELUDIO DE LO QUE SE AVECINA:
Podemos esperar ahora que la segunda bestia de Apoc 13:11 (U.S.A.) que se levanta cuando es infringida la herida mortal (Ap 13:3) al papado en 1798 d.C., concrete una alianza con el Vaticano y se deje usar por este como su brazo militar, como lo hicieron las naciones europeas de occidente en la Edad Media - para perseguir al pueblo fiel a Dios que "adora a Dios" (Ap 14:7) y "no adora a la bestia ni a su imágen (U.S.A.)" (Ap 14:9) - como lo indica Apoc 13:12-17 que ocurrirá en breve - curándole de este modo a la 1ª bestia de Ap 13:1-10 (papado) su herida mortal.
(CONTINÚA)
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