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quinta-feira, 21 de julho de 2016

Ciertamente No Moriréis - Parte III (Conclusión) y Completo



Leer primero las partes I y II de esta materia en el siguiente link: 

Ciertamente No Moriréis - Parte I y Parte II


CIERTAMENTE NO MORIRÉIS !! - Parte III (Conclusión).
"...el único que tiene 'inmortalidad', que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver; a Él sea la honra y el dominio eterno. Amén", 1 Timoteo 6:16.

La palabra griega "cementerio" significa "dormitorio" que refleja bien el estado de los muertos, tal como Lázaro, ellos duermen hasta su resurrección. La Biblia presenta que los muertos están muertos (estado inconciente) y que "nada saben" :

"Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria. Tanto su amor, como su odio, como sus celos, ha tiempo que pereció, y no tomarán parte nunca jamás en todo lo que pasa bajo el sol". Eclesiastes 9:5, 6 Bib. de Jerusalén.

Hasta que reciban la orden de resucitar, ya sea en la primera resurrección, resurrección para la vida, o en la segunda resurrección, resurrección para la condenación que Juan describe en Juan 5:28, 29, la cual ocurrirá 1000 años más tarde que la primera resurrección, de acuerdo con Apocalipsis 20: 1 a 5.

La esperanza del genuino cristiano es la esperanza de la resurrección, la misma esperanza de Marta, la hermana de Lázaro, quien dijera a Jesús al respecto de su hermano Lázaro: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» Juan 11, 24. Bib. de Jerusalén.
"Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?". Juan 11:25,26

Para Jesús, Lázaro dormía, al igual que todos los muertos duermen, para Jesús, razón por la cual Dios dijo que "Él no es Dios de muertos sino de vivos"  porque , para Dios, esta primera muerte es un sueño, los muertos están apenas durmiendo, Èl los despertará a todos a Su orden, ya sea en la 1ª o en la  2ª resurrección (Juan 5:28,29), esta 2ª resurrección es la resurrección para recibir la condenación: lluvia de fuego del cielo que los devorará (segunda muerte de Apoc 20:9).  

Pero después de la caída, Satanás ordenó a sus ángeles que hicieran un esfuerzo especial para inculcar la creencia de la inmortalidad natural del hombre; y después de haber inducido a la gente a aceptar este error, debían llevarla a la conclusión de que el pecador viviría en penas eternas. Ahora el príncipe de las tinieblas, obrando por conducto de sus agentes, representa a Dios como un tirano vengativo, y declara que arroja al infierno a todos aquellos que no le agradan, que les hace sentir eternamente los efectos de su ira, y que mientras ellos sufren tormentos indecibles y se retuercen en las llamas eternas, su Creador los mira satisfecho. 

Así es como el gran enemigo reviste con sus propios atributos al Creador y Bienhechor de la humanidad. Satanás y sus emisarios representan a Dios como peor que ellos, para justificar su propia perversidad y su rebeldía, a fin de darse por muy perjudicado con su expulsión del cielo por no haber querido someterse a un soberano tan injusto. Presenta al mundo la libertad de que gozaría bajo su dulce cetro, en contraposición con la esclavitud impuesta por los severos decretos de Jehová.

¡Cuán repugnante a todo sentimiento de amor y de misericordia y hasta a nuestro sentido de justicia es la doctrina según la cual después de muertos los impíos son atormentados con fuego y azufre en un infierno que arde eternamente, y por los pecados de una corta vida terrenal deben sufrir tormentos por tanto tiempo como Dios viva! Y peor aún, lejos de resolver el problema del mal, como es claro que se resuelve eliminandolo completamente en la doctrina bíblica del Santuario, esta doctrina espuria de inmortalidad del alma y infierno de tormento eterno, lo perpetua eternamente.
Muchos son los que consideran las amenazas de la Biblia como destinadas tan sólo a amedrentar a los hombres para que obedezcan y no como debiendo cumplirse literalmente. Así el pecador puede vivir en placeres egoístas, sin prestar atención alguna a lo que Dios exige de él, y esperar sin embargo que será recibido finalmente en su gracia. Semejante doctrina que así especula con la misericordia divina, pero ignora su justicia, agrada al corazón carnal y alienta a los malos en su iniquidad. – {CI 34.2}.

Dios declara positivamente en su Palabra que castigará a los transgresores de su ley. Los que se lisonjean con la idea de que es demasiado misericordioso para ejecutar su justicia contra los pecadores, no tienen más que mirar a la cruz del Calvario. La muerte del inmaculado Hijo de Dios testifica que “la paga del pecado es muerte,” que toda violación de la ley de Dios debe recibir su justa retribución. Cristo, que era sin pecado, se hizo pecado a causa del hombre. Cargó con la culpabilidad de la transgresión y sufrió tanto, cuando su Padre apartó su faz de él, que su corazón fué destrozado y su vida aniquilada. Hizo todos esos sacrificios a fin de redimir al pecador. De ningún otro modo habría podido el hombre libertarse de la penalidad del pecado. Y toda alma que se niegue a participar de la expiación conseguida a tal precio, debe cargar en su propia persona con la culpabilidad y con el castigo por la transgresión. – {CI 34.4}

¿Acaso podrían aquellos que han pasado su vida en rebelión contra Dios ser transportados de pronto al cielo y contemplar el alto y santo estado de perfección que allí se ve, donde toda alma rebosa de amor, todo semblante irradia alegría, la música arrobadora se eleva en acordes melodiosos en honor a Dios y al Cordero, y brotan raudales de luz del rostro de Aquel que está sentado en el trono e inundan a los redimidos? ¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de odio hacia Dios y a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos celestiales y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían soportar la gloria de Dios y del Cordero?—No, no; años de prueba les fueron concedidos para que pudiesen formar caracteres para el cielo; pero nunca se acostumbraron a amar lo que es puro; nunca aprendieron el lenguaje del cielo, y ya es demasiado tarde. Una vida de rebelión contra Dios los ha inhabilitado para el cielo. La pureza, la santidad y la paz que reinan allí serían para ellos un tormento; la gloria de Dios, un fuego consumidor. Ansiarían huir de aquel santo lugar. Desearían que la destrucción los cubriese de la faz de Aquel que murió para redimirlos. La suerte de los malos queda determinada por la propia elección de ellos. Su exclusión del cielo es un acto de su propia voluntad y un acto de justicia y misericordia por parte de Dios. – {CI 35.1}

La teoría de la inmortalidad del alma fué una de aquellas falsas doctrinas que Roma recibió del paganismo para incorporarla en el cristianismo. Martín Lutero la clasificó entre “las fábulas monstruosas que forman parte del estercolero romano” de las decretales. E. Petavel, Le Problème de l’Immortalité, 2:77. Comentando las palabras de Salomón, en el Eclesiastés, de que los muertos no saben nada (Ecles 9:5), el reformador dice: “Otra prueba de que los muertos son ... insensibles. ... Salomón piensa que los muertos están dormidos y no sienten absolutamente nada. Pues los muertos descansan, sin contar ni los días ni los años; pero cuando se despierten les parecerá como si apenas hubiesen dormido un momento.”—Lutero, Exposition of Solomons Book Called Ecclesiastes, 152.
"Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría", Eclesiastes 9:10 .

En ningún pasaje de las Santas Escrituras se encuentra declaración alguna de que los justos reciban su recompensa y los malos su castigo en el momento de la muerte. Los patriarcas y los profetas no dieron tal seguridad. Cristo y sus apóstoles no la mencionaron siquiera. La Biblia enseña a las claras que los muertos no van inmediatamente al cielo. Se les representa como si estuvieran durmiendo hasta el día de la resurrección. 1 Tesalonicenses 4:14; Job 14:10-12. "El día mismo en que se corta el cordón de plata y se quiebra el tazón de oro (Eclesiastés 12:6), perecen los pensamientos de los hombres". "Así el hombre yace, y no se tornará á levantar: Hasta que no haya cielo no despertarán, ni se levantarán de su sueño", Job 14:12.
"Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; o serán humillados sin que él lo perciba", Job 14:21.

¡Descanso bendito para los exhaustos justos! Largo o corto, el tiempo no les parecerá más que un momento. Duermen hasta que la trompeta de Dios los despierte para entrar en una gloriosa inmortalidad. “Porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles. ... Porque es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y que este cuerpo mortal se revista de inmortalidad. Y cuando este cuerpo corruptible se haya revestido de incorrupción, y este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces será verificado el dicho que está escrito: ¡Tragada ha sido la muerte victoriosamente!” 1 Corintios 15:52-54. En el momento en que sean despertados de su profundo sueño, reanudarán el curso de sus pensamientos interrumpidos por la muerte. La última sensación fué la angustia de la muerte. El último pensamiento era el de que caían bajo el poder del sepulcro. Cuando se levanten de la tumba, su primer alegre pensamiento se expresará en el hermoso grito de triunfo: “¿Dónde está, oh Muerte, tu aguijón? ¿dónde está, oh Sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15: 55. – 
"Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la resistencia al pecado, es la ley; mas á Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo", 1 Coríntios 15:56,57.

        Entendiendo la muerte [3 de 8] ¿Hay esperanza?
                     https://www.youtube.com/watch?v=rrr9eFUfqAw
                                              (video de 10 min)

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